En los últimos años la seguridad en el trabajo ha venido cobrando una mayor importancia.
Evitar lesiones, enfermedades y accidentes de los empleados son un imperativo ético, legal y financiero del que casi todos se reconocen responsables y colaboran en su gestión, pero: ¿cómo y cuándo se justifica invertir en seguridad?
Para reflexiónar sobre este tema me parece muy útil un estudio realizado por la empresa Aberdeen group en los Estados Unidos en diciembre de 2012 sobre la eficacia de la implementación de programas de seguridad en 139 empresas, ya que planteaba preguntas como:
¿Qué motiva a una empresa orientarse en la seguridad?
¿Qué cambios -culturales o del entorno- convencieron a estas empresas de la necesidad de una estrategia de seguridad?
En el estudio se utilizaron cuatro criterios clave de rendimiento empresarial para destacar las empresas Excelentes (Best-in-Class) de las 139 organizaciones. Los indicadores utilizados están dirigidos a medir el éxito del programa de seguridad de una organización, no sólo en términos de limitar el número de incidentes, sino también la forma en que sus programas han mejorado las operaciones de sus plantas de fabricación.
Los encuestados se dividieron en tres categorías en función de su rendimiento global en estos cuatro indicadores: las mejores 20% de organizaciones como excelentes (Best-in-Class), la media del 50% «promedio de la industria», y el 30% inferior como «rezagados». La Figura 1 muestra el rendimiento acumulado de las mejores empresas, el promedio de la industria, y las organizaciones rezagadas.
Tabla 1: Las organizaciones mas rentables alcanzan las posiciones Best-in-Class
Definidos los indicadores clave de rendimiento como:
- Frecuencia de daños registrados: expresado como el número promedio de lesiones registradas por cada 100 empleados a tiempo completo por año.
- Eficacia general del equipo (OEE): Medido como un porcentaje de multiplicar disponibilidad por el rendimiento y por la calidad.
- Tiempo de inactividad no programado de activos: Medido como la cantidad de tiempo programado en que los activos están improductivos por la disponibilidad total de los activos.
- Costo Total de Propiedad (TCO): Cambio porcentual anual del coste total de propiedad de gestión del sistema de seguridad
Mediante estos cuatro indicadores se puede evaluar directamente el éxito de los esfuerzos de las empresas en seguridad.
Los números hablan por sí solos. Las empresas Best-in-Class están haciendo algo muy bien en lo relativo a la seguridad. ¿Es quizás el enfoque en algún área concreta lo que les hace tener mejores resultados?
Las presiones que causan el cambio
Las encuestas muestran que, al más alto nivel, todo el mundo está bajo presión para reducir el riesgo de un accidente y cumplir con las normativas. Estos dos son, con mucho, los factores más identificados (80% y 76%) respectivamente, entre las empresas participantes. Sin embargo, cuando se dividen estos factores de presión por los resultados de la empresa, surgen algunas divergencias significativas entre ellas (Figura 1).
Figura 1: Factores que inducen a invertir en tecnología de seguridad
La mayor diferencia entre los tres grupos de empresa tiene que ver con los costes. Tanto el promedio de la industria como las rezagadas son más de cinco veces más propensas que las mejores empresas de su clase a que el móvil de sus inversiones en seguridad sea la reducción de las primas de seguro.
Es cierto que la tecnología de seguridad puede ser una manera de reducir los costes del seguro, ayudar a reducir los accidentes y cumplir la normativa… pero si la tecnología se usa solo para eso, la empresa no rentabiliza del todo su programa de seguridad.
Las empresas Best-in-Class se dan cuenta de que la tecnología de seguridad también se puede utilizar para mejorar su eficiencia en la fabricación. Estas empresas ven la relación entre la seguridad y el rendimiento, y lo usan como justificación para invertir en seguridad.
Otro factor diferenciador entre las principales empresas es la necesidad de mejorar o mantener la imagen de marca. Sólo se necesita un incidente o acontecimiento luctuoso para manchar irreversiblemente la imagen de una empresa. Eso puede afectar a la lealtad de sus clientes, deteriorar la percepción del público y probablemente reducir los beneficios globales durante años.
Lo que muestra este estudio es que la estructura y la cultura de una organización juega un papel importante en la eficacia de su programa de seguridad. La Figura 2 muestra que hay algunas divisiones obvias entre los grupos, pero básicamente lo que destaca a los fabricantes Excelentes es la mentalidad proactiva, mientras que sus competidores son reactivos. Las empresas de bajo rendimiento se basan casi exclusivamente en los incidentes de seguridad internos para poner énfasis en lo que el cambio que se necesita en su estrategia de seguridad, sobre todo en el grupo de los rezagados.
Las empresas Excelentes son más que doblemente propensos a mirar a sus compañeros y aprender de sus errores (los errores que el promedio de la industria y las rezagadas cometen). También se fijan en el mercado y ven cómo algunas empresas se posicionan utilizando su superior gestión en seguridad como un diferenciador competitivo y tratan de emularlas.
La organización Best-in-Class transforma el entorno o la cultura de su empresa de forma proactiva antes de que ocurran los accidentes.
Figura 2: Un cambio en la cultura
Con el aumento de la rigurosidad de los presupuestos, a los gerentes se les pide hacer más con menos, y no les resulta fácil conseguir financiación para iniciar o mejorar un programa de seguridad. Sin embargo, las organizaciones de Best-in-Class se dan cuenta de una inversión en tecnología de la seguridad no es sólo una medida de reducción de costos, sino que también hay beneficios operativos tangibles.
En lugar de reaccionar a los acontecimientos y a las primas de seguros como sus competidores, la empresa Excelente toma la iniciativa y es proactiva al gestionar su seguridad. Se da cuenta de que la tecnología de seguridad hace algo más que prevenir los acontecimientos adversos: aumenta la reputación de la marca, mejora la eficiencia, y en última instancia, ahorra dinero.
Invertir en seguridad es una consecuencia de la actitud de la empresa. Los empleados tienen que volver a casa con la misma salud con la que entraron, y las empresas tienen que darse cuenta de que el cero accidentes es un objetivo posible.