En estos tiempos en los que aún nos hacemos daño o enfermamos en el trabajo, parece que la seguridad y la prevención de riesgos son banderas que enarbola todo el mundo, o al menos la mayoría de las personas, pero desafortunadamente no es así.
Por un lado, el dinero con sus poderosas razones, y por otro lado la apatía con su atractivo confort pasivo parecen ser las dos principales causas que arrinconan la seguridad a una posición secundaria en nuestras vidas.
Sin embargo, nuestra elección fue, desde hace ya muchos años, la mejora de la seguridad en máquinas como aportación a la prevención de accidentes, consiguiendo así que las personas que trabajamos podamos hacerlo sin sufrir pérdidas.
Porque la primera razón que tenemos para existir, indiscutible, es evitar lesiones, y sobre todo los daños irreparables.
Si miramos las estadísticas de nuestro ministerio de trabajo, sólo en España cada año hay unos 740.000 accidentes sin baja y más de medio millón de accidentes con baja (aumentamos un 5% en 2017), de los que casi 4.000 son graves y 618 provocan fallecimientos. De estos 618, 420 se producen en el lugar de trabajo por falta de seguridad en máquinas y las medidas de prevención de riesgos adecuadas (el resto in itinere).
Estas cifras suponen casi un tercio de las muertes causadas por los accidentes de tráfico (1.200 en 2017) pero lo grave es que en los últimos 5 años, mientras las muertes por tráfico se han reducido a la mitad, las muertes por accidentes laborales aumentan de forma continua.
La prevención, y en concreto el desarrollo de la conciencia de seguridad, contribuye a reducir los accidentes y sus consecuencias. En el límite, a salvar vidas.
A esta razón humana del dolor, del sufrimiento y de las muertes, debemos añadir la razón económica: el impacto financiero que suponen los accidentes para una empresa, que sobrevive gracias a sus empleados.
Lo mejor para ambos, empleado y empleador, es poner la seguridad en primer lugar, tomando medidas de prevención que ayuden a minimizar el riesgo a sufrir daños personales y, por lo tanto, reducir la pérdida financiera y el daño a la propiedad.
Además, cuando una empresa pone a sus empleados en primer lugar y aplica un sistema preventivo adecuado que incluye la seguridad en máquinas, se producen varios resultados positivos: La productividad del trabajador aumenta, la calidad del producto o del servicio mejora y con ella la reputación corporativa, y las relaciones públicas de la empresa.
Por otro lado, nadie quiere trabajar con organizaciones que arriesgan la calidad del producto y la seguridad de sus empleados para aumentar los resultados a corto plazo.
Las empresas que se preocupan por sus empleados realmente priorizan la seguridad y, cuando eso sucede, la productividad aumenta, porque el empleado deja de ser un número y tiende a ser una persona que aporta y marca la diferencia.
El establecimiento de buenas prácticas de seguridad, incluida la capacitación, la educación y los medios de seguridad en máquinas apropiados comienza con el compromiso de los empresarios con la seguridad y se va extendiendo hacia abajo en el organigrama de las organizaciones hasta el último integrante.
¿Por qué existir? Porque la seguridad y la prevención de riesgos en el lugar de trabajo benefician tanto a la empresa como al trabajador y transforman una empresa y sus empleados en un equipo de personas con un objetivo común: es una victoria para todos.