La accidentalidad laboral en España está aumentado
Toca pues reflexionar sobre lo que está en nuestras manos para reducir los accidentes.
Los datos estadísticos que usaremos se han extraído de la memoria de siniestralidad laboral del 2015 que la Fiscalía General del Estado ha publicado en setiembre de este año.
Utilizando el dato de días de baja por accidente como valor de las pérdidas ocasionadas por los accidentes, las estadísticas muestran que de los 14 millones de jornadas de baja por accidente registradas por la Seguridad Social en el año 2015 (*), 72% son por accidentes causados por el propio trabajador en movimiento, mientras que solo un 25% puede considerarse que son causados equipos o elementos de trabajo (herramientas, materiales o máquinas).
Se deduce que el denominador común directo de la inmensa mayoría de los accidentes laborales es el llamado factor humano. Concretando: el comportamiento humano.
O sea que actuando sobre el comportamiento humano, los resultados tienen mayor repercusión, aumenta la eficacia en la reducción de accidentes.
No descubrimos nada nuevo: Educar el comportamiento seguro crea y sostiene una cultura segura. Lo que parece que aún tengamos que aprender es el cómo modificarlo en nuestra empresa.
Cada uno de nosotros como individuo podemos tener una percepción distinta del riesgo en función de lo que llamamos educación –la parte de cultura que hemos absorbido durante nuestra vida.
En la calle podemos ver cada día gente usando el móvil mientras parece que están conduciendo un coche… y otras personas se escandalizan de ello: podemos decir que tienen (o usan) culturas distintas!
Por ejemplo, en Barcelona, donde gracias a Dios aún se conduce con cierta sensatez (o de forma civilizada), un peatón debe desistir atravesar un paso con semáforo en verde porque un adicto al teléfono móvil en moto quiere salir antes de que su semáforo le dé paso, teléfono en mano.
A la misma hora, en pleno atasco en Londres, un conductor de bus explica amablemente del riesgo que está corriendo a un turista que se le acerca a la ventanilla para preguntar por una dirección. Lo hace con el tono de cotidianeidad de quien incluye la seguridad en su vida, con total normalidad le dice:. «NO le voy a responder, está usted infringiendo la ley: está corriendo un gran peligro en la calzada. Váyase a la acera».
En el ámbito laboral coexisten personas de diferentes culturas, con distintas percepciones de la seguridad, y, al ser una organización, la Empresa tiene el PODER de crear cultura.
Las empresas que toman conciencia de como es su cultura actual y cómo es la cultura deseable (especialmente en seguridad), pueden emprender acciones dirigidas a lo deseable. Porque las culturas pueden evolucionar y evolucionan.
Entonces, por qué no lo hacen? The answer, my friend, está en que la mayoría de las empresas intentan inyectar de alguna manera la cultura al personal (las Pymes directamente suelen proyectar el carácter de su dueño).
Las organizaciones sin consciencia clara de su cultura son complejas amalgamas de personas con diferentes educaciones que simplemente se adaptan al entorno profesional en la medida que las oportunidades lo permiten.
Un asesor externo puede trazar el mapa de la situación, puede orientar el movimiento, pero para crear una cultura de seguridad debe potenciarse el comportamiento adecuado de las personas de dentro.
Quizás el citado chófer londinense (y no lo digo por ser londinense) se sentiría sólo y ridículo en muchos talleres españoles, y no conseguiría transmitir su cultura a la empresa que le contratara, pero lo que es seguro es que el telefonista motorizado barcelonés tendría problemas para trabajar en Londres si no se adapta a la cultura (de seguridad) existente en su trabajo (cuestión de masa crítica).
(*) Somos 18 millones de trabajadores: de cada 450 trabajadores siempre uno está de baja por accidente.